De “Un país para escucharlo” a “La Voz”: un paseo por la televisión musical española

En El Rescate Musical hacemos un repaso de las tendencias que se han ido adquiriendo en la televisión musical, tanto en las cadenas públicas como privadas.

“Ya no se hacen buenos programas de música en televisión”. Casi todos hemos escuchado alguna vez esta frase o incluso ha salido de nuestra boca, pero… ¿realmente nos hemos parado a analizar qué contenido musical ofrece la televisión española en la actualidad?

Atrás quedaron grandes formatos de directo como Esta noche…fiesta, Aplauso o Rockopop, que rompían audímetros en TVE antes de que las cadenas privadas llegaran a nuestra televisión. Después, la oferta musical se amplió, así como la tendencia a emitir actuaciones en ‘playblack’: Música SÍ lideró la franja de mañana de los sábados entre 1997 y 2004. Muy pocos artistas quedaron sin visitar el programa de La 1.

Sin embargo, algunos programas se salieron de la norma. Fue el caso de Séptimo de caballería -1998-, un programa conducido por Miguel Bosé que trajo a artistas de la talla de R.E.M. o Madonna y que no falló en su cita con la instrumentación en directo.

A día de hoy puede decirse que la televisión musical como tal no es la prioridad de ni de emisoras públicas ni de privadas. En El Rescate Musical hacemos un repaso de las tendencias que han ido adquiriendo respecto a la misma.

Pasó la época de las cadenas musicales

Los primeros años del siglo XXI trajeron a España las primeras plataformas de televisión digital, lo que implicó la creación de canales temáticos sobre música. La radiofórmula española más importante del país se hacía televisión en 40 TV -y sucedáneos como 40 Latino-, ofreciendo conciertos, magazines musicales y sus famosas listas, y se mantenía en plataformas de pago hasta 2017, año de su cierre. MTV cruzaba el charco en 2001, aunque para ir desplazando el contenido musical a ese cajón desastre llamado “entretenimiento”. Actualmente, sólo SOL Música puede ser considerada un canal 100% musical.

RTVE: entre el ‘talent’ y la televisión musical pura

Desde hace casi veinte años, la pública lleva dividiendo su programación musical según la lógica de mercado: la música independiente y los programas de televisión musical ‘puros’ desembarcan directamente en La 2, mientra que la música-espectáculo se programa en el prime-time de La 1.

La 2 decidió apostar esta temporada por una noche de los martes absolutamente musical: en octubre de 2018, las 10 de la noche era la hora de Cachitos, un repaso temático de la historia musical de TVE valiéndose de su extenso archivo; una hora después, Maika Makovski presentaba La hora musa, caracterizado por su variedad de estilos, sus actuaciones musicales en directo tanto en plató como en exteriores y sus entrevistas. Especialmente el último, a pesar de seguir la tónica de audiencia de la cadena, generaba un impacto importante en Twitter, a través de su ‘hashtag’.

En estos primeros meses del año, toma el relevo Un país para escucharlo, un ‘road movie musical’ en el que Ariel Rot viaja a puntos clave de la escena española para charlar con sus músicos más representativos.

Así las cosas, La 1 se reconcilió en 2017 con el formato que revolucionó la historia de la televisión quince años atrás. OT no rompió audímetros, pero tampoco le hizo falta: su presencia viral en las redes sociales y un ‘casting’ que se ganó al espectador a medida que se sucedían las galas hizo del ‘talent’ la gran revelación de la temporada. Su sucesor, OT 2018, bien supo sacar partido del fénomeno, aunque no con los mismos resultados.

En el descanso de OT -su vuelta está prevista en algún momento de la temporada 2019-2020-, RTVE ha decidido darle la oportunidad a otros concursos musicales, aunque no pierde de vista a los concursantes de OT 2017 y 2018. Ellos, y muchos otros artistas, interpretan música en directo en La mejor canción jamás cantada, presentado también por Roberto Leal, que, por juicio popular, busca la mejor canción española de los últimos sesenta años. En suspensión queda el ‘talent’ de culto, Prodigios, aún en proceso de definición y que sacará a la luz a pequeños virtuosos de la danza y de la música.

En las privadas prima la rentabilidad

Música, sí, pero… revestida de espectáculo. El pensamiento de las cadenas privadas, exentas de cumplir con unos objetivos como servicio público, va más bien enfocado a la rentabilidad en cuanto a audiencias. Esta temporada, La Voz oficializó su traspaso a Antena 3 y, a golpe de promoción exhaustiva e inclusión de rostros muy conocidos, suele liderar el prime time de los lunes y los martes. Mimi, Brays Efe, Carlos Baute o María Villalón también se encargaron desde septiembre hasta enero de mantener la audiencia en la complicada franja del viernes por la noche con Tu cara me suena.

Mucha memoria hay que hacer para recordar un programa de Telecinco en el que la música fuese un elemento central. Fracasos recientes como Me lo dices o me lo cantas -2017-, un formato que duró apenas un mes, hacen de la cadena de Paolo Vasile, ponen el foco en las dos únicas apuestas de la cadena que incluyen la música como elemento principal o complementario.

Factor X volvió en 2018, tras diez años de ausencia en la parrilla española, y dio a conocer las voces de Pol Granch o Elena Farga. El multidisciplinar Got talent apunta buenas maneras en la parrilla actual de Mediaset y, aunque haya un importante componente musical, sigue la línea de la privada de no apostar por los programas de música puros.

¿La esperanza está en la televisión de pago?

Ante una televisión pública que relega los programas musicales a su cadena minoritaria, a una franja horaria marginal, y una televisión privada en la que la música queda diluída en una amalgama de disciplinas, la persona que busque un contenido específico debe asumir que tendrá que pagar por él.

En Movistar+, los programas de entrevistas cuelan actuaciones musicales en directoLate Motiv-; ponen el foco en la faceta más social y divulgativa de la música –Canciones que cambiaron el mundo, presentado por Zahara, o Pop, una historia de música y televisión-; o, directamente, programas de actuaciones musicales al uso, en el caso de Sesiones Movistar+, presentado por Arturo Paniagua.

Sin salir de la plataforma de Telefónica, encontramos Fama, a bailar, que en este momento celebra su segunda edición en #0. El programa producido por Zeppelin TV regresó en 2018, diez años después de su estreno en Cuatro, potenciando su contenido artístico y dejando de lado el de puro ‘reality’. Dentro de lo primero, con predominancia del baile, evidentemente, el ‘talent’ no se olvida de la música y lleva a la Escuela a músicos para tocar en directo y que los bailarines les acompañen.

La música está en la televisión, pero no de la misma forma que en la época en la que un programa puramente musical era capaz de reunir a toda la familia frente al televisor. Aunque sigue siendo fundamental el formato audiovisual para difundirlas, la televisión lineal es sólo uno de la amplia variedad de sus soportes.

La democratización del consumo de música –Spotify, iTunes…- o la aparición de herramientas que mejoran el ‘feedback’ con la audiencia -estrenos de videoclips de YouTube en ‘streaming’- hacen de los programas musicales tradicionales un contenido minoritario, complementario, pero también imprescindible, sin el que la televisión no podría entenderse.

Si hay algo que me guste más que hacer música es poder contársela al mundo. Periodista apasionada de la música rock e indie. También soy otra fan de John Boy.

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